Las cadenas del hábito, por lo general, son demasiado pequeñas para poder notarlas, hasta que se vuelven demasiado fuertes para poder romperlas.
Samuel Johnson

domingo, 12 de agosto de 2012


La  vivencia de la belleza no es algo intrascendente


Si a cualquier parte de la vida le quitas su belleza,  solo queda un cascaron vacio que ansia ser llenado. Un mundo emocional pendiente de satisfacer.
Una parte de la belleza que alimenta emocionalmente al ser humano, viene del entorno. De su forma y  aspecto. De los elementos presentes
Si solo nos ocupamos del aspecto practico podemos ser muy efectivos, pero nos veremos obligados a buscar en otras partes de nuestra vida  el alimento emocional que nos compense.
Nos sentiremos tensos y ansiosos por recuperar el equilibrio perdido.
Se trata de no ir demasiado deprisa detrás de los resultados practicos, perdiendo la nocion de si lo que vamos haciendo nos hace sentir bien.
De recobrar la sensibilidad y poner en valor la parte emocional de lo que vamos viviendo, a la par del beneficio material que obtenemos.
Nuestro huerto forma parte de nuestra vida. No hay nada malo en diseñar un huerto a base de líneas mas o menos rectas, usar herramientas sofisticadas o sistematizar las labores si con ello nos hacemos las cosas mas fáciles y lo hacemos mas productivo. 
Pero si solo vemos la parte practica y diseñamos un esquema frio de rigidas simetrías sin sitio para la belleza, dejamos de lado una parte de lo que colorea y da sentido a nuestras vidas.
Un huerto puede evolucionar lentamente hacia una mayor belleza sin que perdamos rentabilidad. Podemos crear en los rincones menos adecuados para el cultivo agrupaciones de ornamentales, cuya asociación reproduzca las dinamicas naturales. Deben ser escogidas entre los miles que estan bien adaptadas a nuestro clima y probada rustricidad. (Que hayamos visto creciento vigorosas en el entorno). Podemos intercalar incluso algunas anuales en las hileras de horticolas.
Habra quien piense: Al cabo del año cuantos quilos de patatas menos cosecharé??
Y serán  pocos porque procuramos usar los márgenes y rincones. Podemos cuantificar las veces que la belleza que emana de su existencia.nos acaricia. Cada vez que un perfume de flores nos acuna y nos presta su magia. Cada vez que llegamos. Cada vez que durante el trabajo levantamos la mirada.
Por no hablar de la ayuda que nos prestan cobijando a la fauna auxiliar que nos ayudara a mantener lejos las plagas. Y la satisfacción de echarle una mano, a la maltrecha biodiversidad del planeta.

Jesus Arnau