La psicologia del horticultor convencional parece reflejar
una cierta tendencia a esquivar responsabilidades.
Con toda su ilusión escoge sus semillas, siembra trasplanta,
riega abona escarda y de repente cuando menos lo esperas: UNA PLAGA¡¡¡
Y entonces de forma automática como si ya estuvieran ahí
preparadas emergen dos preguntas con tufillo escapista
1º.-La primera es una queja victimista del inocente
injustamente tratado: “¿Dios mio pero
que he hecho yo para merecer esto?. O para los no creyentes: ¿Porque tengo tan
mala suerte?”. Y los dos enfoques obvian el papel fundamental que el
horticultor tiene en el evento y se sacuden la responsabilidad, endosándosela a
Dios o a la mala suerte que puede venir de cruzarse con un gato negro, o dejar
una tijeras abiertas. Todo muy científico.
2º.-La segunda es una respuesta emocional de la victima y
lleva una carga importante de resentimiento.—A ver como mato este bicho.—O de justa venganza. Como cuando en una
película americana nos retratan un malo tan malo que cuando por fin el bueno lo
machaca disfrutamos como cerdos. Queremos ver aquel gusano criminal
retorciéndose de dolor por el fango pagando por sus malas intenciones que
seguro tiene.
Si en vez de reaccionar como hemos aprendido, nos paramos un
momento y pensamos, nos daremos cuenta de que casi todo lo que le pase a
nuestros cultivos tiene que ver con nuestras elecciones. El sustrato, el
bancal, la orientación, el riego, la variedad y especie, la escarda y demás
mantenimiento…..etc, etc…
Entonces la primera pregunta debería ser en buena lógica:
1ª.—¿Me he equivocado
en algo? Y a partir de esa pregunta de un modo natural, buscamos
información y la ponemos a prueba y asi se abre la posibilidad de que en base
al antiguo método científico de rectificar sobre el error, no repitamos el ídem
que nos ha llevado allí.
La segunda pregunta sería una continuación natural de
recoger información y enterarnos de que los parásitos solo tienen una
oportunidad cuando un desequilibrio debilita las defensas de las plantas o las
lleva a tener en la savia compuestos simples de nitrógeno que ellos pueden
aprovechar.
2º.—¿Como hago para
que la planta esté fuerte y no tenga alimento para parásitos?
No es mala suerte ni tiene que ver con Dios y mucho menos
tiene un gusano la intención de perjudicarte. Solo se trata de sentido común.
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